21 nov 2010

aventuras y desventuras en el transporte público

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de coger un medio motorizado en Santa Cruz es que las señales de tráfico no existen, y en el caso de que lo hagan, nadie se fija en ellas, así que impera lo de "tonto el último" así que hay que armarse de valor y confiar en a pericia del conductor. Hasta el momento hemos visto un único semáforo para peatones.
Nuestra primera aventura tuvo lugar a los 3 días de estar aquí, cogimos el micro utilizando la lógica hacia la dirección que creíamos correcta, error, hay que preguntar SIEMPRE hacia donde va, nos equivocamos de dirección. La cosa no fue muy grave ya que 5 minutos después llegamos al fin de línea, dimos la vuelta y ya está.
El segundo incidente aconteció en un taxi. La única noche que hemos salido, por ahora, para volver tuvimos que coger taxi ya que los micros se habían acabado. Íbamos con C., educador del hogar, así que no hubo problema al negociar el precio ni nada. Pero C. se bajaba antes que nosotras, y nada más bajarse entramos en un barrio un poco "sospechoso". ¡De repente el taxista paró el coche! Nosotras claro, acongojadas, pero resultó que se le había calado. Peor fue cuando se metió por una calle y nos dijo "Por aquí ¿no?" ahí M. y yo nos miramos y dijimos "psssí" sin tener ni idea de dónde estábamos, sin iluminación y con la mano en el bolso buscando el celular por si acaso. Pero al final resultó que el señor no estaba tan perdido y llegamos bien al hogar, después de cambiar 3 veces de dirección,y de atravesar el super puente del canal (que parece que se va a caer en cualquier momento pero misteriosamente aguanta). El taxista asombrado preguntó "¿ Esto aguantará?" ... Esperemos...
Y el tercer y, por ahora, último incidente aconteció hace pocos días. Habíamos bajado al centro a dar una vuelta y para volver cogimos todas convencidas el 37 (mismo error de la vez pasada, no preguntar si va a la dirección que quieres, parece que no aprendemos). Después de estar una hora dando vueltas por la ciudad y ver que no reconocíamos nada a M. se le ocurre preguntar al conductor por la dirección. Nos dice que tenemos que bajarnos ya y nos indica cómo ir. Andamos dos cuadras y como seguimos sin reconocer nada preguntamos a una señora que pasaba por allí. Nos dice que estamos equivocadas y nos manda hacia la dirección correcta. Y por fin, después de hora y media dando vueltas llegamos a comer al hogar agotadas, muertas de sed y apuradas porque llegamos tarde.
Por supuesto, todo esto se lo hemos ido contando a las educadoras, que se mueren de la risa con nuestras historias y creo que cada vez que salimos le ponen una vela a la virgen para que volvamos de una pieza.
La semana que viene nos vamos de viaje, ya veremos cómo nos apañamos.

3 comentarios:

Isabel dijo...

jajajaja, espero que para cuando llegue yo ya hayáis aprendido que como tengáis que contar conmigo...
Muaaaaaaaaak

la medusa queratínica dijo...

Sí sí, ya vamos aprendiendo, pero menuda tela... mañana vamos a ver de dónde salimos el miércoles, a la vuelta ya contaremos!

Clara dijo...

Bueno, parece que estás aprendiendo montones de cosas útiles... y se te ve la mar de integrada, ¿eh? ¡Que ya utilizas celular y todo en lugar de móvil! Un beso, guapetona.