25 nov 2009

22 nov 2009

Esto debería ser una entrada del tipo "he vuelto", "sigo con el blog" o algo así pero como últimamente he estado actualizando no me parece necesario. Otra cosa será que quede alguien para leerme, ya sé que he estado ausente mucho tiempo y nunca publiqué con una periodicidad establecida (ni mucho menos frecuente). Pero al parecer hay por lo menos dos personas que aún se pasan por aquí, así que para ellas va: seguiré publicando, un poco como hasta ahora, cuando me apetezca y de lo que me apetezca (y esta es la mejor manera de hacerse seguidores :p).

El lavado de cara del blog me parece necesario ya que esto es una especie de reinauguración. Y lo del nombre... bueno, siempre me ha gustado pensar que supervivo más que sobrevivo, me parece un término más positivo (aunque para la RAE tengan el mismo significado).

Pues eso, bienvenidos a mi "nuevo" blog.

6 nov 2009

Todos necesitamos que alguien nos mire.

Sería posible dividirnos en cuatro categorías, según el tipo de mirada bajo la cual queremos vivir.

La primera categoría anhela la mirada de una cantidad infinita de ojos anónimos, o dicho de otro modo, la mirada del público. [...]

La segunda categoría la forman los que necesitan para vivir la mirada de muchos ojos conocidos. Éstos son los incansables organizadores de cócteles y cenas. Son más felices que los de la primera categoría, quienes, cuando pierden a su público, tienen la sensación de que en el salón de su vida se ha apagado la luz. A casi todos ellos les sucede esto alguna vez. En cambio, las personas de la segunda categoría siempre consiguen alguna de esas miradas. [...]


Luego está la tercera categoría, los que necesitan la mirada de la persona amada. Su situación es igual de peligrosa que la de los de la primera categoría. Alguna vez se cerrarán los ojos de la persona amada y en el salón se hará la oscuridad. [...]


Y hay también una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores. [...]



La insoportable levedad del ser
Milan Kundera