9 dic 2010

Perdiendo los papeles (Viaje a las misiones jesuíticas de la Chiquitanía)


Cerca de Santa Cruz de la Sierra hay unos pueblos que eran misiones jesuíticas en la época colonial, nos dieron un par de días para visitarlas. Salimos el miércoles 24 por la mañana, primera sorpresa: el bus no sale a la hora prevista (¡y eso que fuimos el día anterior a preguntar!). Nos dicen que sale a las 9, no a las 8 como nos habían confirmado el día anterior, y al final lo hace a las 9’30 pero podemos asistir a la preparación del equipaje que transportan, todo en la baca. Una auténtica obra de ingeniería.
El micro, de la ruta 131 del Este, es exactamente igual que los de la cuidad, muy incómodo si vas a pasar en él 5 horas de tu vida. Además ha refrescado y hace bastante frío (teniendo en cuenta que nos hemos acostumbrado a temperaturas de 30º o más). Damos cabezadas sin llegar a dormirnos del todo.
Nos habían recomendado ir en micro porque es más “pintoresco” y de ello damos fe. En un momento indeterminado empezaron a sucederse las ventas donde se subían menonitas (ya os contaré de ellos), cholas (mujeres de la Paz) y en una de estas sube una mujer ¡con 4 patas de vaca en una bolsa!
Atravesamos también muchas haciendas, territorios grandísimos y muy verdes. Espectacular.



Después de 5 horas, que ya no sabemos ni cómo sentarnos, llegamos a San Javier, una de las misiones que vamos a visitar. Nos recibe un pueblecito en el que todo el mundo parece dedicarse a la venta y nadie parece comprar nada así que no tenemos muy claro de qué viven.. La misión es bonita, pero el pueblo carece de encanto. Cuando decidimos que ya es hora de marchar a Concepción (la otra misión que visitaremos) M. se da cuenta de que ¡ha perdido el pasaporte! Registramos el pueblo, hablamos con a mitad de su población, vamos a la policía, ponemos un anuncio en la radio... pero nada, no aparece.
Tras pedir consejo a P. y perder dos horas decidimos seguir el viaje. Llegamos a Concepción a las 7 de la tarde, ya es de noche y aquí se considera un poco tarde (es la hora a la que solemos cenar). Nos han recomendado dormir en un hotel de la plaza, así que cogemos una moto-taxi que nos acerca. Por supuesto no hay cascos.
Pasamos por turismo después de quedarnos maravilladas por la plaza. Elegimos un hotel que está justo en la esquina de ésta, un poco caro (para los precios de aquí, al cambio sale como 15 €) pero muy cómodo, que ya nos hace falta después del micro y el disgusto que llevamos. Y como estamos que lo tiramos nos vamos a cenar a un restaurante de al lado, también un poco caro pero monísimo. Tenemos que reponernos de San Javier.
Por la mañana vemos Concepción que nos parece mucho más bonito que San Javier, pero a las 11 ya tenemos que volver a preguntar por el pasaporte. Sigue sin aparecer.
Aprovechamos para dar otro vistazo al pueblo, en realidad no está tan mal pero con el estado de ofuscación del día anterior...
Esperando el micro aparece el conductor que nos llevó: “Vine a recogerlas.”
Otras 5 horas de viaje en un micro incómodo, pero esta vez va casi vacío y me duermo totalmente.



Más tarde se sube un canadiense, que al principio nos confunde con americanas. Tenemos que aclararle que no, nos da conversación durante más o menos dos horas. Tiene dos granjas y antes era menonita.
Conseguimos llegar a Santa Cruz a las 19:30 pero antes de ir al hogar pasamos por un super, necesitamos cerveza. A las 20:20 estamos en el puente con una sorpresa ¡se ha ido la luz! ¡no se ve nada y la alarma del condominio no deja de sonar!
Llamamos para que salgan a buscarnos con una linterna pero acabamos aprovechando los faros de unos coches para llegar a casa ¡por fin!

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